Primera parte acá. Segunda parte acá.
La tercera vía y el centro
Antes de continuar con el destino inevitable de este recorrido político e histórico, debemos hacer una pausa y explicar dos conceptos relacionados entre sí; la tercera vía y el centro. Junto a sus diferencias con el binomio ya tratado y, por supuesto, con la tercera posición que requiere un trato aparte.
Si la derecha e izquierda son dos formas, dos modos, de encarar lo mismo, una metapolítica, entonces ¿Qué lugar ocuparía este nuevo binomio que parece neutro ante el anterior? La tercera vía es más explícita, indica en su propio nombre ser un tercero en discordia frente a los dos ya repetidos hasta el cansancio. Esta tercera vía es una declaración de intenciones, no es un modo concreto de hacer algo, sino un deseo de escapar a los modos anteriores y emprender una búsqueda que descubriría dos formas concretas de hacerlo; el centro y la tercera posición.
En continuidad con la parte 1 y 2, si el enfoque filosófico utilizado en la práctica política por la izquierda es el constructivismo e idealismo, mientras el de la derecha es el realismo y naturalismo, en el caso de la tercera vía pura, o centro, es una hibridación entre ambas posturas. Combinando realismo y constructivismo a veces, naturalismo e idealismo otras, dependiendo del caso y la posible compatibilidad. El problema del centro es que siempre acaba absorbido la derecha e izquierda, según que elemento incorporado de ambos lados prime en su fusión.
La tercera posición.
Cuando parecía que el camino hacia el cambio iba exclusivamente por manos ilustradas, surgió un movimiento que se oponía al liberalismo y socialismo; no por pelear su interna dentro de la metapolítica ilustrada, sino porque se oponía a la ilustración como tal. Estamos hablando del romanticismo, una alternativa para encarar la modernidad por fuera de la ilustración.
Este deseo de tercera vía acabaría canalizándose en este movimiento, uno cualitativamente distinto al ilustrado; este último era disruptivo con la continuidad metapolítica vigente, las vertientes cristianas, pero el pensamiento romántico era “evolutivo”, continuista de aquello. Esto se debe al contexto cultural completamente diferente entre las naciones dónde se desarrolló un pensamiento y otro.
Para la ilustración era la razón lo que hacía al ser humano serlo, pero en el romanticismo era la voluntad. Mientras para los ilustrados el individuo era un engranaje en el orden universal, para los románticos cada individuo era un universo en sí mismo. Su eufórica reivindicación de lo subjetivo, herético en la ilustración, sumado a la acusación al pensamiento iluminista de querer volver al humano un autómata, los haría posicionar a la acción por encima del pensamiento. Aunque primero quedó reducido al ámbito de la cultura y el arte, rápidamente se desplazaría a otros, como la filosofía e incluso las ciencias, especialmente la historia.
La columna vertebral del asunto era simple, de fondo, la ilustración negaba la trascendencia humana, de ahí su rechazo a la historia, por ejemplo, y el romanticismo tomaba a la trascendencia como la única definición posible de ser humano, una espiritualidad que no podía quedar reducida solo a lo religioso, como se pretendía en las vertientes ilustradas moderadas.
El gran quiebre.
El nacionalismo acabaría siendo el vehículo político del romanticismo, dado el peso que tuvo en el desarrollo del concepto de nación en los países vencidos. Ahora, su lógica metaideológica es completamente diferente a la ilustrada, no intentaría dar una receta universal a la humanidad, sino un método, que se resumiría en; cada nación debe constituir su propia ideología política que lleve a su país a la modernidad, a través de su propia idiosincrasia y características culturales e históricas particulares. Es decir; transformar su idiosincrasia en una ideología.
La práctica de esta visión política trajo, primeramente, el fascismo en italiano, el cual triunfó políticamente y dirigió exitosamente el país frente a las grandes crisis de la época. Esto hizo estallar una ola de “fascismo”, mejor dicho, de romanticismo metapolítico e ideologías políticas locales. Los motivos de este “boom”, fueron principalmente tres:
A) La crisis, en general, del mundo en ese entonces, sobretodo en gran medida producido por el caos de las revoluciones y conflictos iniciados por la ilustración.
B) La crisis metaideológica de la ilustración como consecuencia de lo anterior, especialmente a causa de la degeneración del liberalismo en un darwinismo social sangriento y del socialismo en un despotismo despiadado.
C) Millones de personas, pueblos enteros, que se les intentó implantar forzosamente el nuevo régimen e ideas ilustradas que le eran indiferentes e incluso aberrantes. Caso emblemático es el de Alemania, donde se les forzó a adoptar un modelo republicano que el alemán promedio repudiaba, prefiriendo una forma de autocracia.
El desenlace sería la guerra más cruenta de la historia, la Segunda Guerra Mundial. Con una idea directriz nueva, la romántica, dirigiendo el esfuerzo renovado de estos pueblos, presentaron una batalla encarnizada, muy diferente a la dada con una idea directriz ya desgastada y débil como lo fue el cristianismo político en la gran guerra original. Pese a esto, ya todos sabemos la conclusión; la ilustración venció.
Zurdos y meteoritos.
Luego de la victoria ilustrada, esta se dividió el mundo en sus dos alternativas; liberalismo y socialismo junto a sus modelos capitalista y comunista. Como una mancha expandiéndose por una tela, extendieron su influencia por el mundo, imponiendo sus visiones a los llamados “pueblos no alineados” o “tercermundistas”, es decir, precisamente aquellos países que no eran ilustrados aún, se repartieron el mundo. Hasta llegaron a unirse y cooperar ambos bloques con tal de derrocar cualquier alternativa, como Perón en el caso de Argentina, por ejemplo.
A medida que las décadas pasaban, toda posible disidencia en el mundo era erradicada y ambos bloques cada vez se moderaban más, hasta el punto que en los 80s ya eran casi indistinguibles uno del otro, salvando detalles. Esto llegó a un extremo en que las vertientes ideológicas más duras de sus propias ideologías, fueron condenadas al ostracismo junto al fascismo y el nazismo. Cuando cayó la Unión Soviética, se firmó el consenso de Washington donde se dejaba en claro el panorama de cara a la globalización; socialdemocracia y socioliberalismo.
No la socialdemocracia que aspiraba a través de reformas llegar al comunismo, sino aquella que tras la Segunda Guerra Mundial renunció al proyecto marxista. Al final, incluso el liberalismo clásico, o ramas relativamente nuevas como la libertaria, quedaron fuera tanto como el marxismo. Finalmente el liberalismo triunfó, pero en su renovada faceta social, donde se buscaba llevar sus premisas y principios hasta la vida personal, esta postura fue absorbiendo cualquier aspecto disruptivo del progresismo hasta volverse sinónimo de él. Por parte del conservadurismo, adoptó todo el discurso patriótico eliminándole cualquier reminiscencia del nacionalismo romántico. El mismísimo capitalismo, tomó las reformas útiles a sus fines del socialismo y dejó a un lado cualquier idea que lo comprometiera de raíz. Como la lluvia de meteoritos que exterminó a los dinosaurios, los impulsos revolucionarios, inclusos transformadores, quedaron extintos.
Conclusión; la izquierda no existe.
Todo empezó en Inglaterra, los anglosajones llevaron su virus mental a Francia, luego ellos a Europa y desde ahí al mundo. Con las guerras mundiales ganadas y toda competencia bajo control, solo quedaba definir con qué modelo se instauraría el proyecto metapolítico ilustrado, triunfando el ala liberal. Desde entonces, la globalización, o mejor dicho; la anglobización, ha ido imponiendo su liberalismo social como sinónimo de progreso por el mundo, sirviendo de excusa perfecta para camuflar imperialismo de causa humanitaria. El simple hecho de oponerse a esto, por mero instinto de preservación cultural, te vuelve digno de ser tachado de “conservador”. Toda postura política local, sea basada en la tradición de la zona, en ideas propias, o movimientos nacionales, son tachados, sin balbucear, como “fascista” o “nazi”.
La brecha de movimiento entre las posturas de derecha e “izquierda”, la socialdemocracia y socioliberalismo, o neoliberalismo coloquialmente hablando, se achica cada vez más década a década y el camino hacia el pensamiento único absoluto se vuelve cada vez más notorio. Es así como la izquierda fue, lentamente, convirtiéndose en un muerto viviente, o peor, un cadáver movido por cuerdas cual títere para fingir que hay libertad en un sistema cada vez más totalitario, pero ya a un nivel psico-social, cultural, incluso espiritual para quien es creyente en la trascendencia humana. El sistema que subsiste siempre, gobiernen socialdemócratas o socioliberales, es el de la reforma progresiva del capital y a este modus operandi, a esta forma de hacer las cosas, solo le cabe la etiqueta de derecha. La izquierda murió, ya no existe, o tal vez, nunca lo hizo, pero ese ya sería tema para otro artículo.
¿Qué pasará una vez se halle el híbrido perfecto, irónicamente un “centro definitivo”, y toda mínima expresión política sea vista como peligrosa? ¿Estaremos frente a una neoinquisición fusionada con purga soviética y guestapo nazi? Bueno, esto y muchas otras preguntas, iré contestando a lo largo de mis siguientes artículos. Mientras tanto, tengan presente el conflicto, irreconciliable, de la pulsión vital de las naciones contra su instrumentalización por la ilustración para su proyecto universal.
Muchas gracias a Cristian Nada, alias Ultra Argentina y Mega Visión Mundial, por invitarme a escribir para su maravilloso público. Los próximos dos artículos que publicaré irán de la mano con estos, siendo el siguiente “Dioses antiguos, zergs y radicales” y el otro “Cristianismo; ideología nefasta” ¡Espero verlos en la próxima!
No soy muy inteligente, pero por tu definición de tercera vía de movimientos con soluciones nacionales y autogestivas. Los chinos me parece que entran dentro de la definición. Buen artículo, igualmente la izquierda existe, los troskos estamos por todo el mundo, danos 2 décadas para organizarnos y vamos a empezar a reproducirnos.
ResponderEliminarCuál es la ideología que subyace detrás de las acciones de las personas comunes, esas del día a día. Qué ideas van configurando el destino colectivo. ¿Es la clasificación política e ideológica actual una mera división estética de un pensamiento único? ¿No es este pensamiento resultado del desarrollo dinámico histórico de premisas probadas y desechadas empíricamente? ¿Revivir ideologías preexistentes abonaría a la diversidad ideológica? ¿Es pertinente?
ResponderEliminarQue la ilustración triunfe ,si eso existe, se vera en como maneja el surgimiento de china e india .
ResponderEliminarYo veo un cambio de los ejes de desarrollo del atlántico al indico & pacifico .
Pero hay que reconocer que la pandemia demostró que EEUU & europa occidental que todavía predominan.
Bla bla
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