¿Qué es el populismo? Atrás de esa pregunta hay ríos y ríos de tinta (analógica y digital) que se desvelan por contestarla. Todas las conclusiones parecen llegar más o menos al mismo lugar: Es, en primer lugar, un tipo de discurso (como indica María Esperanza Casullo en un libro citado hasta el hartazgo) que contrapone un "pueblo-nosotros" que debe luchar contra una "élite-ellos". Dicha gesta tiene que ser guiada por un "héroe-dirigente" que se ponga a la cabeza del proceso. El discurso basado en el "mito populista" parece tener una efectividad infalible para llevar al poder a la fuerza que logra encarnarlo de la mejor forma posible.
En segundo lugar y una vez en el poder, el
populismo también pasa a ser una forma de concebir el poder el gobierno y el manejo de los recursos del
estado (tesis sostenida por Ernesto Laclau, el pensador que más en serio se
tomó por el momento esta temática). Todo debe estar, por lo menos
cosméticamente, al servicio de beneficiar al pueblo y de perjudicar con la
mayor vehemencia posible al que fue declarado enemigo del pueblo. Cuando se
desencadena un proceso populista, asistimos a un momento en el cuál se deja de
pensar al gobierno como una forma de ejecutar un proyecto a largo plazo que
trascienda y se lo empieza a pensar como un ejecutor material del discurso
populista que lo llevó al poder.
Es con esta mirada que la historia se vuelve
bastante clara. Los primeros populismos surgen en la segunda mitad del siglo
XIX, al calor de la gran brecha que se abrió entre asalariados y propietarios.
Varios de estos movimientos logran consolidarse y llegar al poder durante la
primera mitad del siglo XX, alimentados principalmente por los ecos de la Gran
Depresión. Las olas populistas merman luego del fin de la segunda guerra
mundial y el inicio de los años de estado mixto (1945-1971), período en el cuál
se buscó cambiar lo más posible el esquema de distribución de la riqueza
generada, siempre con el fin de evitar que las tendencias comunistas tengan
motivos para crecer. Finalmente, con el advenimiento del período neoliberal y
posindustrial, recrudecen las asimetrías en la distribución tanto económica
como informativa. No casualmente se vuelven a consolidar con fuerza
sentimientos más uniformes de "pueblo-nosotros" en las grandes
mayorías pauperizadas y asistimos desde iniciado el siglo XXI a una
reproducción global a gran escala de populismos de todo tipo.
Mientras más se resientan las clases medias y
más nos acerquemos a la pesadilla de una sociedad dual en la cuál hay una gran
mayoría pauperizada versus una minoría poderosa y privilegiada, más se van a
exacerbar las formas populistas.
Domingo 19 de noviembre de 2023, Argentina
Contra todo pronóstico, gana las elecciones de
segunda vuelta un candidato disruptivo, extraño, descontracturado. Todos se
sorprenden; propios, ajenos, partidarios acérrimos de él y detractores a muerte
de sus ideas, qué el viene expresando desde hace 5 años. Pareciera ser algo
imposible de entender, casi un error en la mátrix, pero son cada vez más las
excepciones en este siglo XXI que recién ahora parece empezar del todo; como
siempre, Argentina se suma a las tendencias mundiales y las exagera hasta el
límite. En este caso, una aplastante mayoría de casi el 60% proclama presidente
a un anarco capitalista, una ideología que, como mínimo, es de un reducido
nicho. ¿O deberíamos reformular esa afirmación y ponerla en pasado?. ¿Cómo fue
posible que un conjunto de ideas que a priori son reducidas a un público
minoritario hayan convencido a la gran mayoría de un país con más del 50% de
pobreza?
El nuevo (populista) mesías
Si nos concentramos únicamente en la línea
editorial que el presidente electo tuvo en los últimos 5 años (y omitimos todo
un sector paleolibertario, conservador y militarista que está desde hace años
en su proyecto), podemos llegar a estar confundidos: se recicla el ya clásico
mito populista con todos sus componentes, pero algo no nos cierra. El relato
sigue su curso normal, están bien ubicados tanto las víctimas como los victimario,
tan efectivos como siempre, sabiendo perfectamente qué rol tienen que cumplir.
Aparece el héroe, haciéndose auto referencia, tan mesiánico como siempre, tan
sabio, tan perfecto; talmúdico, puede dar respuesta a todos los problemas. Pero
nos vamos a encontrar con una profunda ruptura. Esta vez es diferente.
El héroe populista siempre irrumpió de golpe
haciendo operativa la eficiencia del discurso y prometiendo, siempre con
palabras diferentes, usurpar el estado para volverlo a este una máquina de
institucionalizar, es decir, que sea utilizado para integrar a las facciones
del pueblo de la manera en la que ellos desean, o por lo menos llegar a algún
intermedio entre lo posible y lo deseable por el pueblo. Es entonces que bajo
el reinado de la máquina de institucionalizar populista, si las víctimas de
esta historia son los trabajadores, el héroe va a poner los tentáculos del
estado para absorber a los mismos y ponerlos bajo su órbita, es decir,
institucionalizarlos. Si dentro del llamado "pueblo-nosotros" hay un
sector LGBTI considerable, ¿por qué no crearles un ministerio directamente
orientado a ellos y de esa forma ahogarlos de nuevo con tentáculos? Así hasta
el infinito; siempre va a haber un excluido para institucionalizar. Eso es lo
que festeja Ernesto Laclau y eso es lo que genera la fragmentación social de la
posmodernidad y el capitalismo posindustrial. Este estado de cosas hace que los
populismos sean cada vez más efectivos y por lo tanto numerosos. Parece ser una
dinámica irresistible en la cuál el verdadero protagonista es el Estado en esta
faceta.
Surgió en en último tiempo una ola populista
que consiste en criticar al progresismo globalista que actualmente parece ser
un status quo que se debilita día a día. Las élites globalistas perversas
quieren instalar una agenda anti natural que busca beneficiar a ciertas
minorías al mismo tiempo que busca hacer volar por los aires valores
tradicionales, así como llevar a cabo medidas aperturistas de la economía que
destruyen esas economías locales que le dan de comer al pueblo, etcétera. Una
vez en el poder gracias a la reformulación del mito, el nuevo héroe de derecha
vuelve al Estado un mecanismo de defensa que se deja de pensar como una máquina
que debe integrar a aquellos que están "por fuera" sino de consolidar
a aquellos que se encuentran integrados y son mayoría. Entonces una operativa
populista de derecha se encarga por ejemplo de aplicar proteccionismo económico
para cuidar así los empleos de la mayoría, puede dar una línea política y
discursiva en favor de la religión mayoritaria y la forma tradicional de
familia; muy resumidamente, aquello que la mayor parte del pueblo (con énfasis
en la mayor parte) quiera y piense es lo que determina el rol de un estado que
toma forma de protector.
Populismo de mercado
Javier Milei es un umbral en muchísimos sentidos que tienen que ser detallados ahora, en tiempo real y mientras todo está pasando. Es una figura que representa una gran ruptura con muchísimos cánones que todavía se arrastran del siglo XX y que, a pesar de ya mostrarse zombies, anacrónicos e inútiles para resolver muchísimos problemas totalmente nuevos, se siguen usando al no haber nada superador. Sin ser su proceso aún una revolución, tranquilamente podríamos considerarlo sin que parezca exagerado como el primer presidente del siglo XXI, en el sentido de representar un refresh tanto en las formas como en los contenidos para que estos se sientan nativos de la época que estamos viviendo, tan de transición, con cambios tan vertiginosos que no nos dan tiempo a crear lo nuevo y nos obligan a utilizar fundamentos que nos parecen lejanos, ajenos y pertenecientes a una época que se borró. ¿Qué tanto tiene que ver nuestro estado de cosas con el de nuestros los tentáculos del estado para absorber a los mismos y ponerlos bajo su órbita, es decir, institucionalizarlos. Si dentro del llamado "pueblo-nosotros" hay un sector LGBTI considerable, ¿por qué no crearles un ministerio directamente orientado a ellos y de esa forma ahogarlos de nuevo con tentáculos? Así hasta el infinito; siempre va a haber un excluido para institucionalizar. Eso es lo que festeja Ernesto Laclau y eso es lo que genera la fragmentación social de la posmodernidad y el capitalismo posindustrial. Este estado de cosas hace que los populismos sean cada vez más efectivos y por lo tanto numerosos. Parece ser una dinámica irresistible en la cuál el verdadero protagonista es el Estado en esta faceta.
Surgió en en último tiempo una ola populista
que consiste en criticar al progresismo globalista que actualmente parece ser
un status quo que se debilita día a día. Las élites globalistas perversas
quieren instalar una agenda anti natural que busca beneficiar a ciertas
minorías al mismo tiempo que busca hacer volar por los aires valores
tradicionales, así como llevar a cabo medidas aperturistas de la economía que
destruyen esas economías locales que le dan de comer al pueblo, etcétera. Una
vez en el poder gracias a la reformulación del mito, el nuevo héroe de derecha
vuelve al Estado un mecanismo de defensa que se deja de pensar como una máquina
que debe integrar a aquellos que están "por fuera" sino de consolidar
a aquellos que se encuentran integrados y son mayoría. Entonces una operativa
populista de derecha se encarga por ejemplo de aplicar proteccionismo económico
para cuidar así los empleos de la mayoría, puede dar una línea política y
discursiva en favor de la religión mayoritaria y la forma tradicional de
familia; muy resumidamente, aquello que la mayor parte del pueblo (con énfasis
en la mayor parte) quiera y piense es lo que determina el rol de un estado que
toma forma de protector.
Populismo de mercado
Javier Milei es un umbral en muchísimos
sentidos que tienen que ser detallados ahora, en tiempo real y mientras todo
está pasando. Es una figura que representa una gran ruptura con muchísimos
cánones que todavía se arrastran del siglo XX y que, a pesar de ya mostrarse
zombies, anacrónicos e inútiles para resolver muchísimos problemas totalmente
nuevos, se siguen usando al no haber nada superador. Sin ser su proceso aún una
revolución, tranquilamente podríamos considerarlo sin que parezca exagerado como
el primer presidente del siglo XXI, en el sentido de representar un refresh
tanto en las formas como en los contenidos para que estos se sientan nativos de
la época que estamos viviendo, tan de transición, con cambios tan vertiginosos
que no nos dan tiempo a crear lo nuevo y nos obligan a utilizar fundamentos que
nos parecen lejanos, ajenos y pertenecientes a una época que se borró. ¿Qué
tanto tiene que ver nuestro estado de cosas con el de nuestros abuelos o
bisabuelos? ¿Qué hacemos entonces repitiendo las fórmulas que sirvieron con
ellos entonces?
En todo el gran refresh que el economista está
haciendo, también se ve tocado aquel mito populista que desde medidados del
siglo XX funciona sin fisuras. Teniendo que ganar el apoyo del pueblo en un
país con una centenaria tradición estatista y al mismo tiempo teniendo que ser
oposición a un gobierno mezcla entre populismo progresista y populismo clásico,
retocó la trillada fórmula del relato. Un pueblo que ve durante años como los
autodenominados "héroes" no hacen más que usurpar al Estado como
tesoro propio a costa de pauperizar la nación es un pueblo que se vuelve inmune
al mito populista. Aquellos héroes de antaño ahora son una élite que vive una
realidad paralela, y el Estado pasa a ser una empresa que esta élite usa para
oprimir al pueblo; ya no es más una herramienta deseada sino una pesada mochila
que todos cargamos y que no tiene más función que garantizar la buena vida de
esta oligarquía parasitaria.
Pero esta vez es diferente y llegamos a la
ruptura. En el nuevo mito populista de Milei el estado ya no es más el garante
del bienestar del pueblo. Por el contrario, el estado es indeseable porque es
la guarida de las élites. El héroe viene a librar al pueblo de las élites (la
"casta") y del estado opresor, confiscatorio y puesto al servicio de
los intereses de esta reducida casta. Este mesiánico héroe promete ya no una
máquina de institucionalizar e integrar, ya no un muro protector, sino una liberación
a través del mercado. Si se le brinda al pueblo un mercado nacional interno
libre de toda regulación, todos van a poder acceder a mayor cantidad y calidad
de bienes y servicio, a mejores salarios, en síntesis, a una mejor calidad de
vida (en términos capitalistas). Ya no se trata de tomar al estado por sorpresa
para brindarselo al pueblo cuál Robin Hood. Se trata justo de lo contrario:
librar al pueblo de un estado que se percibe como un elefante inútil y hasta
peligroso. La promesa de "la libertad" que propone milei es una nueva
forma de operar tanto el discurso como la forma de gobernar del populismo. El
capitalismo logra absorber completamente a este fenómeno que parecía serle
esquivo y nace así el populismo de mercado.
Hay una parte repetida revisenlo =)
ResponderEliminarEstoy preocupado de que la mayoría (más precisamente, un poco más de la mitad) de la población argentina haya votado a Javier Milei por ser lo "nuevo" y por su discurso anti casta política, sin considerar las posibles consecuencias de la desregulación del mercado. Sin embargo, este resultado era esperable al ver que los gobernantes, con su enorme aparato estatal, no pudieron (o no quisieron) detener la inflación y el aumento de la pobreza, sumado a otros problemas que se vienen agravando año tras año. Como escuché decir por ahí: "Milei no ganó, lo que sucedió es que los demás partidos perdieron".
ResponderEliminarPersonalmente prefiero no tener expectativas. Veremos cómo se desenvuelve este gobierno y los resultados que de al final. Quizá Argentina sirva de ejemplo (para bien o para mal) para el resto del mundo. En tanto, recomiendo escuchar a los expertos en materia económica y que cada uno se prepare para lo que se viene.